domingo, 23 de agosto de 2015

Han matado a Natho

La pregunta que la Palabra de Dios nos ha regalado hoy es preciosa para mi alma y mis oídos: “¿a quién eliges? ¿A Dios? ¿por quién quieres vivir? ¿quién soy Yo para ti?...”
De muchas maneras la pregunta resuena profunda en mi corazón y la percibo como una invitación a la autenticidad a la totalidad de mi compromiso: pasión, intensidad, fidelidad...
Por el camino deslizante y fangoso, hasta llegar a la capilla de Bingo, me repetía la pregunta y con alegría veía la fidelidad que Dios me ha manifestado durante 23 años de consagración.
Por mi parte percibo pasión, fidelidad, mezclados con frialdad y relajación, dudas...
Por su parte,... ¡Qué fidelidad, qué confianza, qué pasión!
Llegado a la capilla, la gente, que llegaba despacio y con retraso a causa de la lluvia, sus saludos y su afecto me llenan de alegría.
Las confesiones han sido un tiempo exquisito de misericordia y de gozo de ver tantas personas levantarse con un gracias sincero de quien se ha encontrado con aire fresco, con la misericordia de Dios.
He visitado a los enfermos, algunos aislados... Hemos hablado, han comulgado, nos hemos alegrado juntos con el don de la fraternidad, hemos compartido un caramelo y ¡adelante!
A 10 km más o menos, encuentro un grupo de pigmeos que transportan el cuerpo sin vida de Natho, una joven mujer pigmea, que fue abatida el viernes pasado en la selva. El cuerpo, en descomposición, olía terriblemente. La sangre aún líquida, goteaba. La transportaban atada a una gran rama y envuelta en un gran saco de plástico. Ataviaron así el cuerpo inerte de Natho, para poder sacarlo de la selva sin engancharse demasiado con los árboles y arbustos. Un hombre delante, otro detrás...
Llegando al campamento, los bantús, me piden que me quede para ayudarles a pacificar las cosas, pues la chica entró en la selva con su marido llevando equipaje de algún bantú. Una vez allí, parece que otras personas quisieron forzarla y, ante su negativa o para evitar que hablara, le dispararon dos veces en el tórax.
Las autoridades del Estado enteradas, se alertaron por el posible peligro de venganza de los pigmeos; así que, en lugar de buscar informaciones sobre lo ocurrido y sobre los asesinos, regañaban a los pigmeos por entrar en la selva donde hay tantos peligros...
Los pigmeos no querían escuchar a los jefes bantú y los jefes, en lugar de comprender a quien ha perdido una hija asesinada, se enfadaban con los que lloraban a alta voz y con los que les pedían responsabilidades.
Falta de delicadeza y de responsabilidad por igual para todos los ciudadanos que viven en su jurisdicción.
En medio de todo ese dolor y de toda esa rabia y miedo contenidos, la luz de la Vida y del Amor, de la Ternura y la Paciencia brillaba a través de gestos de misericordia, de compasión, de fraternidad entre los pigmeos, entre algunos bantú y los pigmeos... Consejos, caricias, silencios que acompañan, gestos de generosidad, ...
Rezad para que sepamos acompañar este proceso aportando la luz del evangelio.
Hoy, desde esta realidad nuestro Señor me pregunta de nuevo “¿tú también quieres irte?”
Un abrazo.
Andrés